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Autor: José Rivero

Comentario:

¡Amor a la camiseta! Este sexenio quedó campeón el Tigere pero en el porcentaje llamado cociente el cual mide el acumulado de puntos de los últimos tres años los tigres suman 181 puntos seguidos por el Monterrey con 178. Buen trabajo directivos, buen trabajo afición, asimismo jugadores y cuerpo técnico. Adelante, la ciudad está orgullosa. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Autor: Federico Zertuche

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Romanticismo nacional-populista. Creo que ya caímos en la cuenta que otro fantasma recorre el Mundo, el nacional-populismo. Y en varios países donde gobierna, desde EE UU con Trump arengando a sus compatriotas “Make America great again”, voten por mí para regresar a la época dorada, construyamos un muro para protegernos de los extraños indeseables, impongamos aranceles a nuestros competidores para fortalecer la economía nacional, y demás verborrea patriotera que atrae multitudes porque se trata de una visión romántica, apela a las emociones, no a la razón. Son gente de fe, no de ciencia. Ofrecen un pasado imaginario como alternativa a un difícil presente. Propone soluciones milagrosas a problemas complicados. Como señala John Carlin en el magnífico artículo del que tomo estas ideas, sentí que encajan perfectamente a México: “¿Por qué son románticos? Porque en general se lo creen. Habrá en muchos casos una buena dosis de cinismo, pero si no se lo creyeran, si no se engañasen a sí mismos, si sus mentes no funcionaran en vías paralelas, no serían capaces de convencer a los demás.” Y agrega, para contemplar el panorama entero: “Variaciones de la misma locura convencen a las multitudes en México, Brasil, Argentina, Francia, Italia, España (sin excluir Catalunya) y en un país donde suponíamos hasta hace muy poco que en la política el sentido común vencía a la poesía: Inglaterra. La primera ministra Theresa May pretendió gobernar en prosa y no pudo. Anunció el viernes que renunciaría formalmente el 7 de junio y el favorito a remplazarla es Boris Johnson, el personaje más rocambolesco de la política británica y el gran vendedor de la idea más romántica que han tenido los ingleses desde Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda, el Brexit.” “La idea que se ha solidificado en las mentes del público brexitero es que ellos son los patriotas y los demás, los que quieren permanecer dentro de la Unión Europea, o incluso simplemente los que piden un segundo referéndum, son unos traidores. No son ingleses de verdad.” Igual que en México, los morenos creen que son los únicos mexicanos auténticos, ellos son “el pueblo” y los demás somos antipatriotas, anti-populares, reaccionarios, fifís, conservadores y demás hierbas, así lo gritan a los siete cielos. Como escribió Carlin: “Igual que en el léxico nacionalpopulista que da la vuelta al mundo ciertos estadounidenses o mexicanos o argentinos o catalanes tampoco son de verdad. Un día de estos los ingleses y los demás se despertarán de su sueño de una larga noche de verano. Se supone. Mientras, habrá que luchar para abrirles los ojos, procurando siempre mantener la calma y, dentro de lo posible, un cierto sentido del humor.” No sé cuando despertarán los mexicanos del sueño de la IV-T y las creencias idílicas que les ofrece su mesías providencial sin embargo, aunque la mayoría no entiende que no entiende, la realidad acabará imponiéndose, ¿cuándo? Creo que el despertar será paulatino y caso por caso, como el affaire del sector de salud pública ocurrido la semana pasada. ¿Tren Maya? No, gracias #Yo prefiero la selva. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Autor: Ernesto Piñeyro-Piñeyro

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"Con Ojos y Oídos de Niño. El Difícil Arte de Escoger Frutas y Verduras. Me lo enseñó mi abuela materna desde muy niño. En los años 40´s, en mi pueblo fronterizo, al igual que en otros que conocí después, la verdura se entregaba diariamente a domicilio. Un marchante iba de puerta en puerta ofreciendo a las amas de casa, todo tipo de vegetales, frutas, y verduras, en su punto de madurez, o casi llegando a él. Uno había que empujaba su humilde carrito, con el sudor de todo su cuerpo. Otro, gozaba de los servicios y colaboración de un jumento, que arrastraba un carro más grande, con él arriba. Ambos muebles  tenían un pequeño techo de lona, que protegía su fresca y verde mercancía de los rayos del Sol. Por debajo de ellos, colgaba una tina con agua, para asperjar su valiosa, pero perecedera mercancía, y evitar que el ardiente Astro Rey la secara. Aunque en mi casa teníamos un refrigerador de marca Gibson, no sobrepasaba los 10 pies cúbicos de capacidad, con todo y el área del congelador. Por lo cual solo se guardaban en él, los alimentos perecederos que pudieran  echarse a perder, como la leche, los mariscos, la carne, los frijoles, el queso, y alguna fruta partida. Ahora hay en el mercado enormes aparatos domésticos de conservación de todo tipo de viandas, hasta de 40 pies de capacidad. En ellos puedes meter a una suegra incómoda, al sancho, o un par de cuñados latosos. Permiten el semanal o quincenal aprovisionamiento de cosas que se podrán almacenar, para su consumo en el tiempo debido. Antes, todo lo comprado, se consumía fresco, y solo se adquiría lo necesario para el diario. Esto requería de una habilidad especial de las cocineras familiares, que deberían calcular lo que prepararían cada día, de modo que no hubiera desperdicios. A veces, el marchante nos advertía que iba a escasear tal o cual cosa, y nos recomendaba comprar para varios días. En esos momentos, mi protoprogenitora, hacía gala de sus habilidades para calcular, "Tiempos y Movimientos"; cuanto de cada cosa, y así salvaba la inesperada contingencia. Casi siempre, ella era la encargada de seleccionar esos productos. Yo salía junto con ella, pues el vendedor nos regalaba alguna fruta que se le había quedado. La abuela aprovechaba la ocasión para ilustrarnos en el intuitivo, complejo y difícil arte de seleccionar la fruta o verdura en el punto correcto.  Así, los tomates deberían ser medio kilo "Rayados", y el otro medio, maduros, para consumirlos pronto, dejando los de rayas para que se  maduraran en el calor de la cocina. Cada fruta tenía su cómo y su qué, para ser elegidos. Los mameyes, suaves de todos lados, sin estar duros, o fofos; las chirimoyas, sin puntos duros, y así, para cada uno, su técnica de inspección. Los aguacates eran criollos, pues no había los Hass de ahora. Papas, sin manchas ni retoños; el melón, con olor y suavidad en el ombligo; ninguna fruta con golpes se aceptaba para su compra. Cebollas, chiles de todo tipo, aunque ella cosechaba algunos en tinas de peltre, junto con sus hierbas de olor. Los plátanos, mi padre los llevaba por racimos que colgaba en los quicios de las puertas exteriores. Igual que las sandías, que enfriaba en pailas metálicas, para disfrutar en las noches cálidas. Manzanas, peras, membrillos, duraznos y chabacanos, él los llevaba por cajas, pues eran los mata hambres de la chiquillada, y con las que no teníamos restricciones de consumo. Éramos catorce de familia, lo que exigía y justificaba esas descomunales compras. Ahora que estoy viejo y voy a los supermercados, veo a mucha gente joven, confundida y desorientada, en el momento de escoger frutas y verduras. Prefieren las empacadas por la tienda, que son más caras, pues ignoran como seleccionarlas. Papayas, sandías y melones, los adquieren partidos por los empleados, o les piden que se los escojan. Una vez más, ¡Gracias abuela, por enseñarme estas habilidades, no las he olvidado a pesar de los años! Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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