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Autor: José Rivero

Comentario:

Decir la pura verdad, toda la verdad o la verdad desnuda a veces no es conveniente ni aceptable. En ocasiones la verdad desnuda duele de tal manera que se le viste por pudor. Tal es el caso de las diferencias raciales en los Estados Unidos, ayer hubo manifestaciones o reclamos aireados en ciento once ciudades de la unión americana, algunos de estos violentos. La muerte del afroamericano George Floyd causada por el maltrato de la policía de Minneapolis ha causado la ira nacional. Sin embargo estas violentas reclamaciones no se refieren mayormente al asesinato de Floyd sino a la brutalidad innecesaria de los cuerpos policíacos a nivel nacional. O sea que no se debe el reclamo social a un acto criminal aislado sino un permanente estado de antagonismo sobre la raza negra, en esencia un racismo crónico. A ese antagonismo o odio crónico se refería Martín Luther King cuando hablaba en sus célebres discursos. “Ahora es el tiempo de reclamar las promesas y de cobrar nuestros derechos, no se trata de un gradualismo agónico sino de una real proclamación de emancipación de nuestra raza”. No solo es el gobierno quién tiene la tarea, no solo es la raza blanca; son los dos aunados e inclusive a la misma raza negra. Solo basta entrar de noche en un barrio negro y entenderemos que es necesario también un cambio de la raza negra. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Autor: Víctor Vela

Comentario:

El colmo del descaro lo exhibe Catón en su artículo de hoy (05-30.2020) dedicado al descalificar con tanta ligereza al presidente López Obrador, su lectura no parece venir de alguien que se jacta de ser un fiel intérprete de la historia nacional. El calificativo de “científicos“(sic) es el peyorativo que se dio al corrupto gabinete porfiriano (liberal) que 100 años después, y durante las últimas  décadas (neoliberales), se enjuició en nuestros tiempos con el mote de “tecnócratas”. Algo que puede presumir el actual presidente, a través de su discurso, es la profundidad de su crítica acerca de nuestra historia, si hay duda que consulte al  historiador Enrique Semo, maestro de historia del mandatario. Falso que la orientación del régimen obradorista sea ajeno a la ciencia y la cultura, y la calidad profesional de AMLO carezca de principios científicos y culturales.  En ambos rubros se están tomando medidas para aprovechar al máximo los limitados recursos, entre otras está la de quitar -por inútiles- los fideicomisos como intermediarios; en cuanto a ciencia basta observar la transformación de Conacyt, con la llegada de la  Dra. María Elena Álvarez-Buylla, en el sentido de darle a la ciencia un carácter público al poner todo el quehacer científico al servicio de la sociedad como un todo. Es a su vez desafortunada su apreciación cuando señala como aldeana la mentalidad de Obrador porque, dice este articulista, no quiere exhibir su inferioridad cultural en el extranjero. A simple vista nos muestra estar fuera de lugar su deducción, al no considerar que los nuevos tiempos tienen como mejor política exterior a la política interior y que, en el tema cultural a nivel internacional, México tiene en Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente, el más  sólido exponente en esa rama del conocimiento. Su comentario sobre economía lo evidencia extremadamente rezagado en cuanto al nuevo paradigma del pensamiento económico. Tal vez no ha estudiado a fondo La Economía Moral  escrito por este (para él) iletrado presidente, mucho menos enterarse de su compatibilidad de su contenido con las tesis universales sobre Economía del Bienestar y lo importante que resulta distinguir entre crecimiento y desarrollo económico. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Autor: Ernesto Piñeyro-Piñeyro

Comentario:

"Con Ojos y Oídos de Niño". El Pato que llegó y se fue.- Un Cuento Infantil. Apareció una mañana en el techo del gallinero, desde ahí graznaba fuertemente con voz de bajo profundo. Por lo que mi abuela fue a indagar que sucedía, pues las gallinas estaban alborotadas cacareando de manera desusada. Era un pato enorme color gris, con plumas verdes y azules en las alas y los costados. Diferente a los patos blancos que teníamos nosotros. Era casi del doble en tamaño, las patas muy fuertes, con uñas largas y el pico muy afilado. Mi abuela abrió la puerta del gallinero y se alejó a una distancia segura. Bajó el animal, entró contoneándose triunfalmente a la residencia gallinácea. Todos los vecinos de aquel multifamiliar, guardaron silencio y observaron como desplegaba sus enormes alas, y graznaba sonoramente, cantando una canción de triunfo. Por varios días, convivió con todos los pollitos, patitos, gallinas y la pareja de patos blancos y el gallo. Comiendo con avidez y humildad, cuanto grano les lanzó mi abuela. Al lado de los demás, sin pelear, antes, cediendo su turno a los menores. Con el único que no trabó amistad, fue con el guajolote que engordábamos para esa Navidad, pues este glugluteaba molesto, hinchando todas las plumas de su cuerpo, desde la cola en abanico, hasta las alas.  Creo que sentía competencia de aquel soberbio animal, que de cuando en cuando, hacía pequeños vuelos de entrenamiento, de un extremo al otro del gallinero. A veces se sostenía en el aire aleteando vigorosamente, levantando enormes polvaredas. Cosa que ninguno más podía hacer. Como al séptimo día de repostar, volvió a graznar insistentemente, con su voz de bajo profundo y logró atraer la atención de mi abuela, que acudió como si comprendiera sus demandas. Daba la impresión de tener prisa por salirse, como si tuviera una cita, a la que no deseaba llegar tarde. Le abrió la puerta, salió caminando y se montó, como antes en el techo del gallinero. Se hizo un silencio, todos los circunstantes, concurrentes y presentes compañeros de encierro, lo siguieron atentamente con la mirada. Como público espectador de algún acto circense, sin red de protección y solución inesperada. Hasta los polluelos, y el celoso guajolote. Ya trepado en lo alto, abrió sus alas y se arrojó al vacío. Pasó rozando la Tierra, giró en redondo y comenzó a remontar el horizonte, con fuertes brazadas de sus enormes alas. Como un vigoroso y triunfal atleta de nado libre o estilo mariposa, en las cristalinas ondas aéreas. El viento que sus alas arremolinó, llegó hasta nosotros, con finos polvos. Las cabezas de los congregados abajo, se levantaron hacia arriba, en un mismo ángulo, siguiendo con su mirada ese punto que se perdía en el cielo, hasta que desapareció, casi por completo. Solo escucharon el sonoro graznido colectivo de una enorme parvada de patos iguales a él, que volaba en formación "V", con rumbo al sur a la que se unió. Por un breve espacio el silencio invadió al gallinero, todas las aves se veían desorganizadas. Hasta que el gallo cantó, imponiendo una llamada de atención marcial con su clarín de órdenes. Mi abuela nos dijo que las gallinas y los pollitos, se veían tristes. Menos el guajolote que empezó a pasearse orondo, lleno de orgullo, por ser nuevamente el centro de atención del gallinero. ¡Si hubiera sabido que le esperaba la Noche Buena, no habría andado tan contento! Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Autor: Ricardo Garrés Valdez

Comentario:

Parafraseando a Don Porfirio Díaz comento “La fifiada  [que no la caballada] está muy flaca”... un total de no más de 10,000 autos, que los fifís fueron a presumir en su salidita del sábado en varias ciudades del país. Suponiendo que haya habido cuatro zonzos por vehículo, tendríamos cuando mucho 40,000 fifís… contra 30 millones que votaron por mi héroe AMLO: no, 'pos no. ¡Ah! Y no fueron 30 millones más uno, porque no pude votar en Austin: “Cosas veréis Ricardo.” Los desorganizadores de esta protesta, como Gilberto Lozano, simplemente no dieron el ancho; con toda su mala voluntad y cara de chucho atropellado, denostando a un verdadero líder de un pueblo sediento de pan, igualdad y justicia. Qué bueno que AMLO esté en continuo contacto con el pueblo: por eso su aprobación anda en más del doble de los votos que obtuvo, porque no es un “presidente lejano", escondido tras Los Pinos, donde era un privilegio hablar con el naco en turno a la silla, fuera Fox, Calderón o el tal Peña. Alguien debe de ver el caso de Vietnam, donde los casos de Covid-19 son escasos y no han sufrido ni una muerte. Para esos que condenan continuamente el socialismo que produce pobreza, hambre, y que “quita a los ricos para hacer pobres de todos”; y toda esa bazofia verbal, Vietnam es un caso para admirar: solo 16 infectados: ya recuperados. Y claro, pobres “pero vivitos y saludables”; después de sufrir una guerra donde les mataron dos millones de habitantes y les contaminaron gran parte de su suelo. Los vietnamitas son disciplinados, si les dicen que es una guerra, y que cada hogar debe de hacer lo suyo para vencerla, todos se mueven como uno; por ejemplo, usando tapabocas. Y debo de añadir que los vietnamitas son una gente de lo más amable y feliz: he conocido varios y tenido algunos clientes: Mucho mejores que los peruanos, que son superiores en su trato a los mexicanos, que también conozco; y dicho por una pareja de “globetrotters” (Viajeros a través del mundo) amigos nuestros. Y no me molestó su apreciación, a pesar de que mi esposa y yo somos pueblo bueno, “soñado” (jeje): seguramente conocieron una runfla de fifís cuando visitaron CDMX, Cabo y Cancún… “go you to know” (Ve tú a saber), inglés “feliz” de la tía de uno de mis amigos en México. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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