
DESDE la época de la tercera transformación, o sea la Revolución Mexicana, cuando bandoleros llegaron al poder político, para monopolizarlo e instaurar la corrupción desde el poder del Estado, los mexicanos hemos escuchado varios intentos para acabar con la corrupción; desde aquellas frases de “quién puede evitar un cañonazo de 50 mil pesos”, o que Obregón es el Presidente que menos ha robado porque le faltaba un brazo; hasta la solución somos todos de López Portillo; la renovación moral de Miguel de la Madrid o Peña Nieto, que aseguraba que era un problema cultural de todos los ciudadanos…
LO CIERTO, es que México nunca ha estado en un lugar predominante en el concierto de las naciones en materia esa materia del combate a la corrupción, que hoy es el impulso principal del gobierno que enarbola la cuarta transformación del país, desde el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. De hecho, vamos de mal en peor. Datos del organismo Transparencia Internacional indican que durante el gobierno reciente de Enrique Peña, México tuvo una drástica caída a nivel mundial en el ranking de combate a la corrupción, pues en seis años el País cayó 33 posiciones, al pasar del lugar 105 en el 2012 al 138 el año pasado…
EN 2018 México cayó tres lugares respecto a 2017 y se ubicó en la posición 138 de 180 países, al obtener una calificación de sólo 28 puntos sobre 100, que coloca al País en el último lugar entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y en el penúltimo sitio de las naciones integrantes del G-20, sólo por encima de Rusia. Chile, por ejemplo, lo aventaja por 111 lugares y Argentina por 53. México se ubica al final de la tabla de la región, apenas por encima de Guatemala y Nicaragua, países con crisis de gobernabilidad democrática...
EL ÍNDICE es una medición que lleva a cabo Transparencia Internacional en 180 países a través de 13 encuestas a empresarios y la opinión de expertos, en donde el cero significa altamente corrupto y 100 muy limpio. Y eso que no se mide la realidad, sino la percepción de los habitantes, lo que también indica que es un asunto aspiracional, es decir, a la mayoría de los mexicanos, sean o no corruptos, no les gusta la corrupción, tan es así que votaron masivamente en las pasadas elecciones por quien abiertamente se postuló con discursos de campaña diciendo que si lo dejaban ganar las elecciones, la combatiría…
PERO, históricamente, no es el primer mandatario que llega con esa promesa. Los anteriores evidentemente fracasaron en la encomienda. Y apenas llevamos dos meses del gobierno nuevo de la cuarta transformación, que ha prometido, por fin, erradicar el problema y cuyo evento más significativo hasta ahora ha sido la guerra contra el robo del combustible y petróleo, pero que empieza a generar dudas de sus resultados porque el ciudadano no observa junto a las acciones de combate, incluso usando a las fuerzas armadas, un acompañamiento de castigos ejemplares, ni de que suenen las rejas de la cárcel contra los infractores…
NO ES un tema menor. El papa Francisco calificó a la corrupción como “la peor plaga social” que afecta no solo a los mexicanos sino a toda la humanidad: “un cáncer que se lleva nuestras vidas” y la señaló, a la corrupción, como el arma y el lenguaje más común de las mafias y las organizaciones criminales del mundo, origen de la explotación y tráfico de personas, de la falta de desarrollo, del tráfico de armas y drogas, de la injusticia social, del desempleo, de la esclavitud y de la degradación del medio ambiente. Y da una especie de decálogo o 10 mandamientos para combatir la corrupción, que vale la pena repasar, si realmente queremos quitarnos de encima y curarnos de ese “cáncer”…
1. "DEBEMOS trabajar juntos, cristianos, no cristianos, personas de todas las religiones y no creyentes, para combatir esta forma de blasfemia, este cáncer que se lleva nuestras vidas. 2. La corrupción sustituye el bien común por un interés particular que contamina toda perspectiva general. 3. La corrupción nace del corazón corrupto y es la peor plaga social porque genera gravísimos problemas y crímenes que afectan a todos. 4. "Revela una conducta antisocial lo suficientemente fuerte como para disolver la validez de las relaciones y luego, más tarde, los pilares que sustentan una sociedad: la coexistencia entre personas y la vocación a desarrollarla. 5. Estamos muy expuestos a la tentación de la corrupción, incluso cuando pensamos que la hemos derrotado”...
6. "EL CORRUPTO asume la actitud triunfalista del que se siente más inteligente y más astuto que los otros. Sin embargo, la persona corrupta no se da cuenta de que se está construyendo su propia cárcel. Un pecador puede pedir perdón, un corrupto se olvida de pedirlo. 7. La corrupción es la mundanidad espiritual, la tibieza, la hipocresía, el triunfalismo, el hacer prevalecer sólo el espíritu del mundo sobre nuestra vida, el sentimiento de indiferencia. 8. Debemos hablar de corrupción, denunciar los males, comprenderla, mostrar la voluntad de hacer valer la misericordia sobre la mezquindad, la curiosidad y la creatividad sobre el cansancio resignado, la belleza sobre la nada"…
9. “¿QUÉ HAY en el origen de la explotación del hombre por el hombre? ¿Qué hay en el origen del degrado y del desarrollo faltante?¿Qué hay en el origen del tráfico de personas, de armas, de drogas?¿Qué hay en el origen de la injusticia social y la mortificación de los méritos?¿Qué hay en la raíz de la esclavitud, de la desocupación, del descuido de las ciudades, de los bienes comunes y de la naturaleza?¿Que, en suma, se lleva el derecho fundamental del ser humano y la integridad del ambiente? La corrupción. 10. "Nosotros, cristianos y no cristianos, somos como copos de nieve que si se unen pueden formar una avalancha: un movimiento fuerte y constructivo. He aquí el nuevo humanismo, ese renacimiento, esa recreación contra la corrupción que podemos realizar con audacia profética"…
HAY MUCHOS, sin embargo, que se preguntan si se podrá combatir la corrupción, sin castigar a los culpables...
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